Por Irene Mamani Velazco
Reside en Bolivia
A padre le gusta trabajar como si mañana no naciese el sol. En sus tiempos mozos casi simultáneamente fue zapatero, mañaso (comerciante de ganados), cachivachero, albañil, vendedor de querosene, extraña labor por cierto, y sobre todo siempre trabajó la tierra. A pesar de su pluriactividad nunca abandonó su hogar. Su férrea pasión por la productividad persiste hasta ahora. Hoy tiene 82 años y se mueve sigilosamente como viento en las tierras montañosas de altiplano. Cada atardecer se afana en buscar su lente para leer algo de aquello que le llega a la mano: es curioso. Cuando le visito, porfiadamente me interroga sobre todo lo que hago en los viajes, quiere saber cómo es la gente en otros lugares, qué comen, qué siembran, etc. Yo asumo que esa es su forma de expresarme su amor y acompañar mis andares. Yo dichosa con mi papá.
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