Por: Leydis Luisa Hernández Mitjans
"Quien tiene un por qué para vivir, encontrará
casi siempre el cómo" (Nietzsche)
En la cuadra ubicada en la intersección de las calles 41 y 58, en la localidad de La Ceiba, una vez Marianao, hoy, municipio Playa, existe un silencio que golpea. Por la vía apenas transitan
vehículos, y hace poco comenzó a circular un ómnibus que nadie sabe cuál es y casi siempre
anda desocupado. Muy cerca se localiza una escuela primaria, pero la algarabía de las niñas y los niños apenas se escucha. El barrio, dicen, se parece a quienes lo viven. Y allí, la mayoría de quienes residen son adultos mayores1 , solos, o en pareja.
Zobeida, que habla con sus gatos; Luisa y Juan, que desde el portal, perciben la vida correr;
Margarita, que apenas sale; Clara, que debía operarse de cataratas justo el día después que
anunciaron el cierre de todos los servicios hospitalarios “no imprescindibles” debido a la COVID-19, anda entre sombras. Fernando, uno de sus hijos, nació allí hace 50 años. Conoce a
todos, y todos lo conocen a él. Cuenta que algunos no tuvieron descendencia, y los hijos de los otros, permanecen lejos; algunos, más lejos que otros. Tal vez, el silencio emana de tantas
ausencias.
¿Cómo fomentar la interacción de las personas mayores, entre ellas y con el entorno? ¿Qué mecanismos de socialización podrían funcionar? ¿Cómo incorporar nuevos sonidos a la cotidianidad?
La interacción social conecta los mundos y transforma lo individual en colectivo, y lo privado en lo público. Ello, en la medida de la frecuencia y la profundidad de dicha interacción. En el artículo de investigación Integración social y habilidades funcionales en adultos mayores, los autores mencionan que la interacción social se convierte en un factor de protección para la salud, teniendo en cuenta que ello implica vínculos estrechos con otros y un nivel de actividad constante. Además, genera el involucramiento en grupos sociales, permitiendo que el adulto mayor distribuya equilibradamente su tiempo, y contribuyendo así a mejorar su calidad de vida. La socialización en esta etapa permite estar en contacto con otros y desarrollar potencialidades a partir del mismo; igualmente, genera acciones que son necesarias para mejorar la calidad de vida”
Las personas mayores -sobra decirlo- no son objetos para manejar al antojo o colocarlos donde no incomoden. Aun con la mejor de las intenciones, ninguna estrategia para suscitar su participación social y sus vínculos afectivos será válida o efectiva si no parte del reconocimiento de su capacidad de toma de decisiones.
Aquí estoy; escucho, si deseas conversar; entiendo; no juzgo y no impongo; son escenarios comunicativos claves para entender, qué piensa la persona, qué cree que necesita, y cuál es su estado general de salud física y emocional, sus gustos, su percepción de sí misma. Estas identificaciones son indispensables. Al mismo tiempo se debe tener presente que los adultos mayores no son una masa homogénea; si bien pertenecen a un grupo etario determinado, en las maneras de asumir y vivir esta etapa de la vida. Influyen elementos como la racialidad, el nivel de escolaridad, las condiciones socio-económicas, los recursos psicológicos, el género, etc.
Desde la perspectiva del conocimiento individual, se podrían organizar espacios colectivos de socialización como ejercicios físicos matutinos, costuras, debates de programas televisivos o lecturas grupales, charlas con especialistas, o fiestas. En el sueño de lo posible, el patio de la Iglesia barrial (más allá de afiliaciones religiosas) podría ser el lugar de estos encuentros, quizás con dos o tres frecuencias semanales, en la medida de los deseos y la disponibilidad. ¿Por qué no pensar en un movimiento social de personas mayores en Cuba?
Sin embargo, desde la conciencia de que no es tan mágico el mundo, y menos en Cuba, cualquier estrategia para la participación social de las personas mayores debe incluir las demandas de políticas públicas efectivas para este grupo poblacional.
Si bien es posible pensar y ejecutar acciones desde el entorno comunitario, parte indisoluble del activismo y la búsqueda de entornos amigables para todas y todos, parte del cuestionamiento y las exigencias a un estado que debería cumplir sus funciones como tal. Si lo personal es político, la acción comunitaria también lo es.
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1 Mayores de 65 años
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