Por: Nitsy Grau
Cojo tu abrazo, lo doblo para que no se arrugue. Aún le queda un poco de arroz en el doblez. El flan no tiene remedio, se fue contigo. Tu ropa de poca talla está intacta, comprada una y otra vez de la misma manera, de la misma costura, con los mismos diseños. No pedías mucho, solo que sea fresquita para el calor de la tarde. Te gustaba asomarte a la ventana con bata bonita, como una adolescente que espera a alguien que hace tiempo se fue. Un par de relojes de pulsera, que se le vea bien la hora, eso sí, nada de números romanos. Un disco de Chayanne, ¡vaya abuela! Y todo lo demás en pequeños pedazos fuertes como piedra: Cuidados, desvelos en la noche, corre por la nieta, almuerzos, cuidados, ven que tengo miedo y me acechan los cuentos de brujas. Cuidados, una y otra vez. Déjala que ya es grande. Mejor cierro la ventana para que te duermas.
Guardo todo en una cesta, tal vez por aquello de Caperucita, y la cierro con refuerzo, para que nada vuele ni se espante con el tiempo. Seré como tú. Cumpliré tantos años y me iré y allá llevaré tu cestita, intacta, en mi mano de niña llorona que te llama, una y otra vez a lo largo del mundo.
Comentários